La crisis actual, antes que moral, es
intelectual.
La Iglesia católica tiene una doctrina política y social, que forma parte de sus enseñanzas. Sin embargo, desde hace mucho tiempo una porción creciente de los católicos se ha desentendido de ella. Tan creciente que hoy prácticamente esa doctrina es una desconocida. No por eso deja de ser menos vigente, pues no sólo es la doctrina de la Iglesia, sino que no es más que la perfección de la filosofía política natural.
La situación actual es de tal alejamiento del orden político natural que, dejando aparte puntuales acciones reivindicativas, hoy la principal tarea de los católicos en política es la preparación de mentalidades para un cambio futuro. El apostolado de la buena doctrina, también política.
Desde esta Cofradía vamos a poner nuestro granito de arena, reproduciendo un texto de Don Alvaro Maortua en la Revista Arbil, de la que formaba parte de su consejo asesor, y el enlace en pdf de libro del citado autor, todo un clásico: "ESPAÑA, UNA CONCIENCIA HISTORICA PARA LA ESPERANZA".
EL ORDEN MORAL DEBE SER EL ORIGEN DE LA LEY:
El
orden del Universo no puede ser percibido sino por medio de la Metafísica, la
ciencia que se ocupa del ser, de la verdad y del bien por vía de razón: existe
el conocimiento experimental y existe del mismo modo el conocimiento especulativo.
Y el progreso humano corresponde tanto a la física como a la Metafísica y no a
la una sin la otra. Esta es una cuestión difícil de entender en nuestros días
en que asistimos a una verdadera muerte de la Metafísica.
Uno de los mayores logros del pensamiento
occidental fue el de descubrir que el orden moral coincide con la
conservación del Universo mismo: en consecuencia la conculcación de ese orden
moral produce una destrucción de ser; el mal carece de ser, es el no-ser, y por
lo mismo sólo puede destruir. Una Humanidad en crecimiento de ser, esto es,
comportándose de acuerdo con la Voluntad de Dios, es la única que progresa.
Los hombres descubrieron las nociones reales y
metafísicas de Ley y de autoridad (auctoritas). Se reconocía a la Ley como un
regalo que Dios hiciera a los hombres, en un misterioso acto de amor. En ella
residía, además, la esencia misma de la creación.
Y este reconocimiento real y metafísico de la
ley y de la "auctoritas", se complementó con la necesaria
"potestas" o coerción, dando así lugar a las formas más maduras y
civilizadas de la convivencia humana, causando un auténtico progreso de la
humanidad, aunque en los primeros tiempos medievales la necesaria
"potestas" o coerción se aplicara en algunos casos de manera
excesivamente ruda.
Por su decisiva importancia para la suerte de la
Humanidad, volveremos a ocuparnos sobre los actualmente desaparecidos conceptos
reales y metafísicos de la ley y de la autoridad; y del también hoy
desgraciadamente desaparecido distingo real entre legitimidad y legalidad.
Esto causa un daño gravísimo para las personas y
los pueblos y es una de las notas características de la grave crisis del mundo
actual, porque cuando los hombres destruyen la autoridad (auctoritas)
desencadenan automáticamente sólo la coerción y entonces anárquica o
relativista y arbitraria "potestas", que se sube sobre nuestra
espaldas con la violencia de la tiranía.
La civilización de otras épocas fue superior en
muchos aspectos esenciales o fundamentales a la civilización de la Edad
Contemporánea o Revolución. Porque el orden político se asentó en la costumbre,
pero sobre él se impuso la Ley de Dios; y así nació el principio del pacto
político sinalagmático o contractualismo que quedó sometido al orden moral.
Alvaro de Maortua Picó +
"ESPAÑA, UNA CONCIENCIA HISTORICA PARA LA ESPERANZA"
Alvaro Maortua Picó +
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